Sobre el espectáculo
“El ser humano es una chapuza entre carne y palabra”
Santiago Alba Rico
LEXIKON parte de una pregunta: ¿Qué nos define como humanos? Para responderla, El Conde de Torrefiel propone una metáfora tan poética como esencial: la sangre como lenguaje. La sangre y el lenguaje son entendidos como corrientes subterráneas en constante movimiento, transformación y transfusión, archivos vivos de la complejidad de nuestra esencia, del tiempo y, a la vez, oráculos para el futuro.
LEXIKON plantea como una transfusión simbólica en escena. Así como la sangre transporta vida, oxígeno y genética, el lenguaje transporta ideas, imaginarios y vínculos. Una pieza de teatro donde sangre, transfusión y palabra activan un imaginario escénico que explora el lenguaje humano como sustancia vital que conecta los cuerpos y constituye el cuerpo político y social. Una relación de frágil equilibrio porque toda transfusión ⸻sea de sangre o de palabras⸻ puede curar o envenenar.
A través de una secuencia de tableaux vivants y una puesta en escena que declina y expande la metáfora central, LEXIKON relata fragmentos de vidas y tiempos en una experiencia sensorial en la intersección entre teatro, coreografía y arte sonoro.
Nota de los autores y directores
Qué mejor lugar que un teatro para hablar de lo que significa ser humano, para hablar de palabras y de sangre. Desde sus orígenes, el teatro ha sido un centro de transfusión, de transfusión de ideas. Expresarse es una forma de desangrarse y esta sangre en escena habla, clama y atraviesa al público, se mueve hacia él a través de un canal de transfusión, de comunicación.
En un mundo altamente digitalizado, en el que el tiempo se acelera, la memoria no echa raíces y los actos están cargados de amnesia y automatismos, la sangre como metáfora de la comunicación humana invoca un misterio, una sorpresa, una posibilidad, alejada de algoritmos dirigidos, hemerotecas digitales y scroll de opiniones. La sangre es un emisario de información que nos atraviesa y nos transporta a lo largo del tiempo de la vida sin ser conscientes de todos los mensajes y enigmas que cargamos. El lenguaje, en cambio, nutre el cuerpo político, riega el mundo con imágenes e ideas y conforma nuestra forma de vivir en él. El logos conecta a los humanos en un sistema de símbolos y nos orienta en la realidad que habitamos. Como escribió Aristóteles: “Es a través de la conversación que los humanos pueden saborear el mundo».
El discurso escénico de El Conde de Torrefiel se distingue por un temple contradictorio; es el resultado de una colisión donde, como en un accidente, el público es un testigo directo que mira, valora e interpreta qué cuenta la escena. Éste es nuestro lexicón. Un vocabulario que se declama, poniendo en conflicto texto e imagen; que acentúa la contradicción de los elementos escénicos, un vocabulario rico en metáforas; que generan un significado propio: una tercera imagen, una experiencia que nace del encuentro de la obra con su público.
El Conde de Torrefiel